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30 oct 2017

Escalar hacia abajo. Multiplicar en lugar de sumar.

A muchos les puede sonar extraño el título de esta nota, puesto que habitualmente cuando se habla de escalar, el término se utiliza para referirse a un aumento o ascenso, en la capacidad de atender, o de crecer.




Iniciamos este post refiriéndonos al tema de "escalar." Pero ¿qué sucede en materia de sistemas de información cuando se requiere una escala menor? Es decir, cuando una solución, un producto o proyecto se creó para una ciudad como Buenos Aires y se lo quiere implementar en una municipalidad de 50 mil habitantes ¿Es eso posible?
Recuerdo una anécdota de un colega con el que trabajé hace años que hablaba acerca de las soluciones escaladas hacia abajo y planteaba "no se puede tomar el traje de un adulto y ajustarlo a la medida para un niño. ¡Sobra tela por todos lados! y nunca va a ser realmente a la medida del niño."
Pasaron muchas cosas en el mundo de las TIC desde que esa frase marcaba nuestro accionar en proyectos orientados a brindar soluciones para pequeñas organizaciones. 
Una de las cosas que ha cambiado es que hoy se pueden plantear soluciones escaladas que son perfectamente "elásticas" y escalan tan bien hacia abajo como hacia arriba. 
Sin embargo, no es una propiedad necesariamente asociada a los aspectos tecnológicos de las soluciones, puesto que no todos los componentes asociados a soluciones de este tipo son puramente tecnológicos. Hay muchos aspectos que tienen que ver con decisiones políticas, con el tamaño de las instituciones, ó la especificidad de las tareas involucradas que las hacen “inelásticas”. Por consiguiente, hay que utilizar criterios de diseño que sean compatibles con las posibilidades de escalar, en ambos sentidos.
En el mundo de las TIC y del gobierno digital, se habla mucho acerca de cómo atender a más ciudadanos, como brindar más servicios, como abarcar y contener más información. Y cuando surge la pregunta sobre la escalabilidad, en general se piensa "cuán grande puede llegar a ser la solución". Pero ¿alguien se pregunta lo contrario? ¿cuán pequeña puede ser sin distorsionarse? ¿qué tan pequeña puede ser la organización que la opere manteniendo los estándares de eficiencia?
Esta pregunta, que puede resultar a primera vista irrelevante o sin sentido, cobra importancia cuando hablamos de replicar soluciones de modernización en municipios de un tamaño diferente al que fueron pensadas originalmente, o a direcciones o secretarías después de haber sido implementadas en un nivel superior, como puede ser el ministerial. Lo cierto es que estamos en un momento donde todos quieren tener soluciones tecnológicas ya que se ha puesto en evidencia que el uso de tecnología mejora los resultados de las organizaciones. Eso ya casi no se discute; la discusión pasó a ser que solución poner en práctica, de dónde se obtiene y cómo se implementa.
Hay una gran oferta de servicios y sistemas para resolver diferentes necesidades de gobiernos regionales o subnacionales, pero ¿son escalables hacia abajo?, ¿se pueden operar con una fracción del personal que lo opera en la institución donde se diseñó? Seguramente si los involucrados en el proyecto siguieron algunas directivas mínimas de informática se aseguraron que el sistema pudiera crecer. Eso en muchos casos es relativamente simple, y con el poder de procesamiento actual, capacidad de almacenamiento, análisis de "big data", inteligencia artificial, etc. son perfectamente escalables hacia mayores proporciones.
Pero ¿qué sucede si esa solución se quiere adoptar en una institución de menores dimensiones? si se "corta" al medio o a la cuarta parte, ¿sigue siendo "igual"?
En mi experiencia en estos años la mayoría de estas soluciones no son escalables hacia abajo y eso es normal, no fueron creadas para eso, fueron creadas para resolver problemas de una ciudad o un gobierno regional o subnacional. No cuentan con documentación para ser replicadas e incluso, son tan específicas para las necesidades del “cliente” original que requieren un enorme esfuerzo de adecuación, bien sea de la organización para adaptar los métodos de la organización original, o para modificar los sistemas asociados para adaptar a los procedimientos de las destinatarias.
Ahora bien, ¿no es momento que los gobiernos empiecen a colaborar y compartir sus soluciones para ayudar a comunidades con menos recursos? ¿No es tiempo que una ciudad utilice su fuerza de desarrollo para generar soluciones de tecnologías de información que además de ser utilizadas por los funcionarios de esa ciudad, puedan ayudar a los municipios o parroquias que las rodean?, ¿no sería esta una manera de utilizar mejor los recursos de los contribuyentes y construir valor a partir de aplicaciones que pueden ser utilizadas por diferentes gobiernos y/o instituciones?
Considero que eso sería un gran avance en términos de gestión, pero requiere de dos condiciones: primero, la decisión política de colaborar, establecer estándares, compartir y cooperar; y segundo, la decisión técnica de diseñar pensando en que el sistema puede ser usado y aprovechado por instituciones y organizaciones más pequeñas que la que originalmente lo utilizó.
Es mi opinión que este esfuerzo sería un gran avance en la gestión de muchas organizaciones gubernamentales a diferentes niveles, puesto que pondría al alcance de los gobiernos regionales y subnacionales herramientas que sólo los grandes distritos son capaces de financiar. Esto es, en gran medida, la razón principal por la que no se crean soluciones más "pequeñas", puesto que el esfuerzo y tiempo requerido para una solución de un municipio grande o pequeño es relativamente el mismo. El componente tecnológico de los tiempos que corren permite agregar más capacidad de procesamiento o almacenamiento con relativamente poca inversión. Lo que no es igual, y requiere de un esfuerzo adicional es agregar criterios de diseño para escalar “hacia abajo”. Si estos criterios se consideran desde el inicio, pueden ser controlados con relativa facilidad.
Para finalizar amigos lectores, el "escalar hacia abajo" no es un concepto real. Es una metáfora para llamar la atención sobre el hecho de que se puede diseñar sistemas para cualquier escala de gobierno; se puede pensar en grande, y desarrollar en grande, aun cuando el sistema sea para una pequeña intendencia.
Lo que sí es real es que en América latina hay más de 17.000 municipios u organizaciones territoriales equivalentes. Más del 90% de ellos tienen menos de 50.000 habitantes, representando aproximadamente el 50% de la población de la región. Alrededor de sólo el 1% de esos 17mil tiene más de 500.000 habitantes, y por consiguiente recursos suficientes para afrontar desafíos tecnológicos con recursos propios.

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Si se logra promover la cooperación y el uso de sistemas de información para mejorar la gestión en los gobiernos subregionales, podremos mejorar el servicio brindado por las instituciones de gobiernos locales que reciben millones de habitantes de América latina.