A muchos les puede sonar extraño el título de esta nota, puesto que habitualmente cuando se habla de escalar, el término se utiliza para referirse a un aumento o ascenso, en la capacidad de atender, o de crecer.
Iniciamos este post refiriéndonos al tema de "escalar." Pero ¿qué
sucede en materia de sistemas de información cuando se requiere una escala menor? Es decir, cuando una solución, un
producto o proyecto se creó para una ciudad como Buenos Aires y se lo quiere
implementar en una municipalidad de 50 mil habitantes ¿Es eso posible?
Recuerdo una
anécdota de un colega con el que trabajé hace años que hablaba acerca de las
soluciones escaladas hacia abajo y planteaba "no se puede tomar el traje
de un adulto y ajustarlo a la medida para un niño. ¡Sobra tela por todos lados!
y nunca va a ser realmente a la medida del niño."
Pasaron muchas
cosas en el mundo de las TIC desde que esa frase marcaba nuestro accionar en
proyectos orientados a brindar soluciones para pequeñas organizaciones.
Una de las cosas que ha cambiado es que hoy se pueden plantear soluciones escaladas que son perfectamente "elásticas" y escalan tan bien hacia abajo como hacia arriba.
Sin embargo, no es una propiedad necesariamente asociada a los aspectos tecnológicos de las soluciones, puesto que no todos los componentes asociados a soluciones de este tipo son puramente tecnológicos. Hay muchos aspectos que tienen que ver con decisiones políticas, con el tamaño de las instituciones, ó la especificidad de las tareas involucradas que las hacen “inelásticas”. Por consiguiente, hay que utilizar criterios de diseño que sean compatibles con las posibilidades de escalar, en ambos sentidos.
Una de las cosas que ha cambiado es que hoy se pueden plantear soluciones escaladas que son perfectamente "elásticas" y escalan tan bien hacia abajo como hacia arriba.
Sin embargo, no es una propiedad necesariamente asociada a los aspectos tecnológicos de las soluciones, puesto que no todos los componentes asociados a soluciones de este tipo son puramente tecnológicos. Hay muchos aspectos que tienen que ver con decisiones políticas, con el tamaño de las instituciones, ó la especificidad de las tareas involucradas que las hacen “inelásticas”. Por consiguiente, hay que utilizar criterios de diseño que sean compatibles con las posibilidades de escalar, en ambos sentidos.
En el mundo de
las TIC y del gobierno digital, se habla mucho acerca de cómo atender a más
ciudadanos, como brindar más servicios, como abarcar y contener más información.
Y cuando surge la pregunta sobre la escalabilidad, en general se piensa "cuán
grande puede llegar a ser la solución". Pero ¿alguien se pregunta lo
contrario? ¿cuán pequeña puede ser sin distorsionarse? ¿qué tan pequeña puede
ser la organización que la opere manteniendo los estándares de eficiencia?
Esta pregunta,
que puede resultar a primera vista irrelevante o sin sentido, cobra importancia
cuando hablamos de replicar soluciones de modernización en municipios de un
tamaño diferente al que fueron pensadas originalmente, o a direcciones o
secretarías después de haber sido implementadas en un nivel superior, como
puede ser el ministerial. Lo cierto es que estamos en un momento donde todos
quieren tener soluciones tecnológicas ya que se ha puesto en evidencia que el
uso de tecnología mejora los resultados de las organizaciones. Eso ya casi no
se discute; la discusión pasó a ser que solución poner en práctica, de dónde se obtiene y cómo se
implementa.
Hay una gran
oferta de servicios y sistemas para resolver diferentes necesidades de
gobiernos regionales o subnacionales, pero ¿son escalables hacia abajo?, ¿se
pueden operar con una fracción del personal que lo opera en la institución
donde se diseñó? Seguramente si los involucrados en el proyecto siguieron
algunas directivas mínimas de informática se aseguraron que el sistema pudiera
crecer. Eso en muchos casos es relativamente simple, y con el poder de
procesamiento actual, capacidad de almacenamiento, análisis de "big
data", inteligencia artificial, etc. son perfectamente escalables hacia
mayores proporciones.
Pero ¿qué
sucede si esa solución se quiere adoptar en una institución de menores
dimensiones? si se "corta" al medio o a la cuarta parte, ¿sigue
siendo "igual"?
En mi
experiencia en estos años la mayoría de estas soluciones no son escalables
hacia abajo y eso es normal, no fueron creadas para eso, fueron creadas para
resolver problemas de una ciudad o un gobierno regional o subnacional. No cuentan
con documentación para ser replicadas e incluso, son tan específicas para las
necesidades del “cliente” original que requieren un enorme esfuerzo de
adecuación, bien sea de la organización para adaptar los métodos de la
organización original, o para modificar los sistemas asociados para adaptar a
los procedimientos de las destinatarias.
Ahora bien, ¿no
es momento que los gobiernos empiecen a colaborar y compartir sus soluciones
para ayudar a comunidades con menos recursos? ¿No es tiempo que una ciudad utilice
su fuerza de desarrollo para generar soluciones de tecnologías de información
que además de ser utilizadas por los funcionarios de esa ciudad, puedan ayudar
a los municipios o parroquias que las rodean?, ¿no sería esta una manera de
utilizar mejor los recursos de los contribuyentes y construir valor a partir de
aplicaciones que pueden ser utilizadas por diferentes gobiernos y/o
instituciones?
Considero que
eso sería un gran avance en términos de gestión, pero requiere de dos
condiciones: primero, la decisión política de colaborar, establecer estándares,
compartir y cooperar; y segundo, la decisión técnica de diseñar pensando en que
el sistema puede ser usado y aprovechado por instituciones y organizaciones más
pequeñas que la que originalmente lo utilizó.
Es mi opinión
que este esfuerzo sería un gran avance en la gestión de muchas organizaciones
gubernamentales a diferentes niveles, puesto que pondría al alcance de los
gobiernos regionales y subnacionales herramientas que sólo los grandes
distritos son capaces de financiar. Esto es, en gran medida, la razón principal
por la que no se crean soluciones más "pequeñas", puesto que el
esfuerzo y tiempo requerido para una solución de un municipio grande o pequeño
es relativamente el mismo. El componente tecnológico de los tiempos que corren
permite agregar más capacidad de procesamiento o almacenamiento con
relativamente poca inversión. Lo que no es igual, y requiere de un esfuerzo
adicional es agregar criterios de diseño para escalar “hacia abajo”. Si estos
criterios se consideran desde el inicio, pueden ser controlados con relativa
facilidad.
Para finalizar amigos
lectores, el "escalar hacia abajo" no es un concepto real. Es una metáfora
para llamar la atención sobre el hecho de que se puede diseñar sistemas para cualquier
escala de gobierno; se puede pensar en grande, y desarrollar en grande, aun
cuando el sistema sea para una pequeña intendencia.
Lo que sí es
real es que en América latina hay más de 17.000 municipios u organizaciones territoriales
equivalentes. Más del 90% de ellos tienen menos de 50.000 habitantes,
representando aproximadamente el 50% de la población de la región. Alrededor de
sólo el 1% de esos 17mil tiene más de 500.000 habitantes, y por consiguiente
recursos suficientes para afrontar desafíos tecnológicos con recursos propios.
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Si se logra
promover la cooperación y el uso de sistemas de información para mejorar la
gestión en los gobiernos subregionales, podremos mejorar el servicio brindado
por las instituciones de gobiernos locales que reciben millones de habitantes
de América latina.