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3 ago 2015

Capitulo II.1 Internet cambia la forma de pensar y pensarnos


En 2010 la escritora Lynn Hunt desarrolló una tesis sobre los efectos físicos y los cambios cerebrales que produjeron las novelas epistolares del siglo XVIII en la organización de la vida social y política. Hunt describe en su obra “La Invención de los Derechos Humanos”[1] que las nuevas formas de leer (y ver y escuchar)  y las historias introducidas por las novelas de época, crearon nuevas experiencias individuales (empatía), que a su vez hicieron posibles nuevos conceptos sociales y políticos (surgimiento de la demanda de Derechos Humanos).
Creo que del mismo modo que en siglo XVIII las novelas cambiaron la forma en la cual millones de personas veían el mundo, la tecnología de información y comunicación y el auge del internet y las redes sociales, causan en la sociedad actual el mismo impacto que causaron esas novelas con las consecuencia del cambios sociales y políticos que llevan a la cultura actual a desarrollar pensamientos libertarios y movilizaciones sociales.
Hunt va aún más allá en su tesis sobre el impacto de obras culturales sobre el actuar colectivo respecto de condiciones de identificación social, cuando afirma que el cambio social y político ocurrido en el siglo XVIII se produce porque muchos individuos han tenido experiencias similares, no porque todos ellos habiten en el mismo contexto social sino porque “mediante las interacciones con unos y con los otros con lo que leen y con lo que ven, crearon un nuevo contexto social”[2]. Hunt sostiene que el apogeo de un género particular de la novela, la novela epistolar, coincide cronológicamente con el nacimiento de los Derechos Humanos.[3]
Si a través del desarrollo y divulgación masiva de las novelas epistolares el mundo pudo provocar esos sentimientos de construcción social de la individualidad y el reconocimiento del otro[4], volviéndose más conscientes de su propia interioridad, así como la de todos los demás individuos, cabe preguntarse ¿qué características está moldeando el uso de las tecnologías en red en la actualidad y que consecuencias traerá a los individuos así como a la sociedad? Y del mismo modo, ¿qué derechos garantizaremos y de qué manera mediante el uso de tecnología?

La Brecha Digital y La Brecha Democrática

Para otra autora Pippa Norris[5], se trata de un fenómeno que implica tres aspectos principales que ella identifica como la conjugación de la “brecha global” (que se presenta entre distintos países), la “brecha social” (que ocurre al interior de una nación) y la “brecha democrática” (que se refiere a la que existe entre quienes participan y quienes no participan de los asuntos públicos en línea). La pregunta que hace la autora toma ahora más relevancia que nunca.
Desde mediados de 1990 época en que se masifica el uso de Internet, se ha provocado una intensa especulación sobre el impacto final sobre la economía, la sociedad y la política. Para la autora, muchos han puesto su esperanza en que Internet será una nueva y poderosa fuerza capaz de transformar los patrones existentes de desigualdad social, el fortalecimiento de los vínculos entre los ciudadanos y sus representantes, facilitando nuevas formas de participación pública y ampliando las oportunidades para el desarrollo de una sociedad civil global. Pero Norris además aventura que el uso y desarrollo de estas tecnologías tendrían un doble filo que puede no resultar del todo esperanzador para las sociedades más excluidas. Y aquí cabe la pregunta acerca de la forma en que Internet está transformando las “formas convencionales de activismo democrático”: ¿la tecnología viene a reforzar la brecha existente entre los tecnológicamente ricos y las poblaciones más vulnerables? ¿los grupos de interés y los gobiernos utilizan la Red para fomentar la participación interactiva o la tecnología se utiliza como otra forma de bajar informaciones desde sustratos superiores de la sociedad a niveles inferiores de grupos sociales menos beneficiados?. Uno de los conceptos más interesantes que desarrolla Norris es el de “Pobreza Informativa”, (Information Poverty).
La primera edición de su libro ya cumplió 12 años y uno de sus llamados es a entender que la brecha digital y la pobreza de acceso a la información llevan a que se acreciente una deuda aun mayor que la Brecha Digital: la Brecha Democrática, es decir, la pobreza a nivel institucional, de los sistemas de gobiernos democráticos.
Norris le da un aspecto multidimensional al tema de la brecha digital definiéndolo como “un fenómeno en que confluyen tres cuestiones: la brecha global, en la cual incluye las divergencias en cuanto al acceso a internet entre las naciones desarrolladas y aquellas en vías de desarrollo; la brecha social, que marca las diferencias que existen entre quienes tienen acceso a la información y quienes no, dentro de una sociedad; y finalmente la dimensión de la brecha democrática” en la que enmarca a la gente que accede y usa las tecnologías para la participación, movilización y desarrollo social.

Un Ágora Virtual

Según Pippa Norris, las teorías más positivas acerca del uso de tecnología en la gestión de gobierno declaran que las mismas facilitarán una nueva democracia, caracterizada por la difusión de nuevas formas de debate social sobre temas del estado, que se constituirá en un “Ágora Virtual”. Pero que ésta idea se torna impráctica una vez que analizamos quiénes son los que participan en la política digital.
Hasta el momento, según la autora, las personas que participan cívicamente de debates en línea son las que mayormente se involucran en mecanismos tradicionales de participación política y social. Es decir, en la red se estarían recreando solamente, instancias que ya existían en la vida “fuera de línea”.
Sin embargo en una teoría menos positiva, la autora no cree que las nuevas tecnologías conecten a los desinteresados en los asuntos públicos, si es que tienen otras opciones en la internet, sobre todo relacionadas con el entretenimiento.
De todas maneras la conclusión es que bien sea que la tecnología viene a cambiar la forma en que entendemos la democracia y la participación directa o realmente nada cambia y los que participan siguen siendo los mismos, lo cierto es que las tecnologías digitales tienen la capacidad de fortalecer las instituciones sociales que median entre la sociedad y el Estado.
Para Norris, las asociaciones e instituciones sociales verán alteradas las formas de comunicación, brindando información en línea, pero sin reinventarse completamente, a menos que tengan desafíos importantes para enfrentar.[6]
Y la autora anticipa de manera correcta lo que fundamentalmente se verificó en los movimientos sociales del 2010 a 2012 y especialmente durante la primavera árabe: que las instituciones con más facilidad y flexibilidad son las que más beneficio sacan del uso de las tecnologías en línea. Internet no fuerza ni desarrolla espontáneamente los movimientos sociales sino que interviene en la difusión de los movimientos y en la movilización de las personas.[7]
Doce años después de las tesis de Norris, internet sigue sin satisfacer las demandas de más debate y más participación social aunque haya multiplicado exponencialmente la información disponible para la toma decisiones de los ciudadanos. Pareciera que de la mano del incremento de información y accesibilidad, la gente eligió más entretenimiento que acceso a formación y educación.
Internet es así utilizada más como un medio de comunicación que permite comunicar, informar, organizar, más que informarse, debatir, llevar adelante propuestas legislativas, pensar en la construcción de lo social. El alto uso de Twitter y otras redes sociales para convocar marchas y movilizaciones así lo muestra. Así como su baja incidencia en la construcción de inteligencia social, debate y propuestas.
El tema de la socialización en red y los cambios de hábitos de las ciudades en la actualidad fue abordado por la Corporación Colombia Digital en su colección de Libros “La Sociedad en Red”[8]. Ya en la introducción el libro busca la respuesta a la pregunta sobre las nuevas relaciones sociales que determinan la tecnología y resalta como:
“a pesar de vivir en sociedades caracterizadas en gran medida por la competitividad, el individualismo y el narcisismo, donde es difícil conectar los intereses individuales con los comunitarios, resulta complicado aflorar valores relacionados con la solidaridad y el compromiso grupal; paralelamente surgen nuevo escenarios de interacción social, en los que se ponen en juego elaciones que tienen como base la colaboración y como trasfondo un marcado sentido de comunidad”[9].
Es interesante mencionar un concepto de Gaspar Brändle sobre el consumo comunitario en el Híper-individualismo. Vivimos en ciudades individualistas, narcisistas donde es difícil conectar los intereses grupales con los individuales. Sensaciones parecidas a las que plantea Hunt, como las que se daban justo antes de que se produjera la revolución francesa.
Las redes, internet y las tecnologías de la comunicación se constituyen como espacios de sociabilidad. Las características de la sociedad actual son: consumismo, condicionamiento por las tecnologías de comunicación e información.
No ahondaremos en los concepto que hacen a la sociedad de consumo actual, pero coincidiremos con Gaspar Brändle investigador y escritor de la Universidad de Murcia, en que somos naturalmente consumistas y lo somos de manera vitalicia.

Acortar la Brecha Digital

Las acciones para achicar la brecha digital ya tienen más de 15 años en países desarrollados como Estados Unidos. Planes como e-Europa consagrado en Lisboa en 1999 para la Unión Europea o los programas de desarrollo de centros comunitarios de acceso a internet desarrollados durante la presidencia de Clinton en el 2000 son muestra de ello.  Este último, introducido como concepto con bastante éxito en Latinoamérica a partir del año 2003.
Sin embargo ya entonces los promotores de los planes de digitalización advertían que con sólo “conectar” las instituciones educativas, bibliotecas, y escuelas, no iba a ser suficiente.
La Organización OECD[10] en su último reporte sobre el método y estadísticas para medir el impacto de las tecnologías de información y comunicación en todo el mundo, advierte que ha cambiado la forma de comportamiento social una vez que está atravesada por la tecnología.
El reporte de la OCDE detalla que el cambio social se da porque “las TIC son tecnologías de propósito general que se puede utilizar para una amplia gama de actividades cotidianas. Su uso ha dado lugar a nuevos modos de comportamiento individual al surgimiento de nuevos medios y a la modificación de las formas de comunicación personal. El aumento en el uso del servicio de mensajes cortos (SMS) en algunas partes del mundo, representa una manifestación de éste fenómeno”.
El impacto es de tal magnitud que ya hablamos de “brecha digital” para caracterizar el acceso desigual a las nuevas tecnologías, y de “analfabetismo” digital, es decir, ya condenamos a un desarrollo inequitativo y desigual a quienes no tienen acceso al conocimiento y uso de las TIC´s.
Durante la pasada década el mundo avanzó mucho en materia de acortar la brecha digital. A partir del inicio del siglo XXI los gobiernos de la región latinoamericana alertaron sobre la desventaja que sufrirían aquellas poblaciones (mas que nada sus niños y jóvenes) que no conocieran y pudieses acceder al uso de herramientas tecnológicas sobre todo en los niveles iniciales de formación escolar.
La brecha digital[11] se define como la separación que existe entre las personas que utilizan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que aunque las tengan no saben como utilizarlas.
Países como Argentina ya invierten mas del 6 porciento de PBI en Educación, y desarrollan programas de acceso a la tecnología en escuelas. Uruguay a través del plan CEIBAL ya brindó al 100% de sus alumnos una computadora portátil.
La Consejera Uruguaya Grisel Pritsch Ramos, describió en una conferencia que el Plan CEIBAL, en su primera etapa, “se instrumentó en la Enseñanza Primaria Pública, y que si bien hubo docentes que se entusiasmaron con el plan desde el primer momento hubo unos pocos a quienes les provocó cierto pánico, rechazo por miedo a su seguridad laboral, perdida del rol, etc. En contraposición los alumnos no dejaban de preguntar: ¿Cuando llegan “nuestras” maquinas?”
En las palabras de esos niños están plasmadas las expectativas de toda una generación que comprende las ventajas del uso de la tecnología, quizás porque no se pueden imaginar ya sin esa tecnología. Sin embargo aún los desafíos son grandes para América Latina y la tarea demandará más trabajo, e inversión.
Un estudio de la Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (AHCIET)[12] señala que América Latina necesitará invertir US$356 mil millones antes de 2020 para cerrar la brecha de acceso a Internet y acercarse al nivel europeo. AHCIET revisó cómo han evolucionado las velocidades de conexión a banda ancha fija y móvil en 11 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela) y realizó una proyección para determinar si éstas serán suficientes en 2020.
América Latina tiene un alcance promedio de internet del 34 por ciento de los hogares y casi un 20 por ciento de la población tiene al menos una línea de teléfono celular con acceso a internet. En cambio en Europa ese porcentaje llega a 67 % de hogares con internet y 40% de acceso a internet por telefonía celular. Ese mismo informe indica que Uruguay, Chile y Argentina lideran las naciones con mejor conectividad en banda ancha, seguidas por Venezuela y Colombia. Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay, se encuentran al final de la lista, con accesos promedio de 20 por ciento.
Según un informe de la CEPAL,[13] en 2004 los países de América Latina se ubicaron en una tasa de alfabetización promedio de 90% aproximadamente, con casos extremos, positivos y negativos. Se distinguen dos grupos de casos, uno con un desempeño superior al promedio y cercano o igual a los países desarrollados, y otro de escaso desarrollo. En el primer grupo se cuentan los países de América del Sur, con excepción de Perú, Brasil y Bolivia, cuyas tasas de alfabetización se ubican por debajo del promedio tanto de América Latina y el Caribe como de Estados Unidos. Al conjunto de mejor desempeño se suman dos países centroamericanos (Panamá y Costa Rica) y México. El primer puesto dentro del grupo es ocupado por Uruguay.
Del mismo modo en que medimos durante décadas el avance de la alfabetización, debemos crear las condiciones para medir en qué medida acortamos la brecha digital. La educación y los programas de acceso a la tecnología juegan un rol fundamental, pero entender de qué manera otros factores contribuyen a conocer ese avance también. Por eso tan importante como informatizar escuelas, es conectarlas y crear contenidos propios para dicha conectividad, que sean de fácil acceso para los niños y de sencilla comprensión para que los docentes puedan educar y formar con herramientas tecnológicas.
Si bien dedicaremos un capítulo al tema de “Indicadores” en este libro, en este capitulo quisiera resaltar aquellos factores que contribuyen a desarrollar una base sustentable para el avance tecnológico.
Mientras que hasta la década del 80 los indicadores tradicionales de uso tecnológico y de desarrollo incluían la cantidad de líneas telefónicas, el alcance de la red eléctrica, la infraestructura de telecomunicaciones, en la actualidad para medir el desarrollo tecnológico y la innovación en materia de servicios en un país es necesario considerar – y trabajar en el desarrollo – de al menos una decena de factores innovadores:
1.     El nivel de alfabetismo digital de la población.
2.     Las Redes y recursos tecnológicos al alcance de las escuelas y centros de formación.
3.     El nivel de acceso a banda ancha desde el hogar y la escuela.
4.     La cantidad de graduados universitarios en carreras tecnológicas e ingenierías.
5.     La existencia de alianzas publico – privadas para la promoción y generación de ambientes tecnológicos.
6.     El desarrollo, creación e incentivo de las bibliotecas virtuales.
7.     La creación y financiamiento de centros de incentivo de uso de tecnologías de la Información TICs (Ej: Infocentros).
8.     La sanción de leyes y reglamentos relacionadas con el uso de tecnología de información y resguardo de la privacidad de las personas asi como el uso de gobierno electrónico en todas sus formas y niveles de gestión del Estado.
9.     El nivel de financiamiento e inversión publica para el desarrollo de TICs.
10.  El resguardo de los derechos humanos en internet, especialmente el acceso y promoción de la Información Publica y la libertad de expresión.
Respecto de éste ultimo punto desarrollaremos más en el próximo capítulo, antes de entrar de lleno en la materia de sistemas y tecnologías de gestión de gobierno.



[1] La Invención de los Derechos Humanos”, 2009. Título original “Inventing Human Rights, A History”. Lynn Hunt. 1ª edición, Tusquets, Buenos Aires, 2010. Pag. 31 y 33.
[2] Ibid.
[3] Ibid. Página 40.
[4] Ibid. Página 48. Hunt refiere en su texto a los personajes de las novelas Pamela, Clarissa y Julia con quienes el lector se identificaba y representaba su propia individualidad.
[5] La referencia se encuentra en el sitio web de la autora que puede consultar aquí y en su libro NORRIS, Pippa  “Digital Divide, Civic Engagement, Information Poverty, and the Internet Worldwide”. 2002.
[6] NORRIS, Pippa  “Digital Divide, Civic Engagement, Information Poverty, and the Internet Worldwide”. 2002. E Book.
[7] KRECK, Margaret y SIKKIN Kathryn, 1998. “Activists Beyond Borders – Advocacy Networks in International Politics”, NY Cornell Uniersity Press.
[8] Corporación Colombia Digital. Las Sociedades en Red: libertad de expresión, consumo comunitario, y desafíos profesionales y artísticos.”  Bogotá, Julio 2012.
[9] Ibid.  Página 8.
[10] OECD (2011), OECD Guide to Measuring the Information Society 2011, OECD Publishing.
[11] Arturo Serrano, Evelio Martinez; "La Brecha Digital: Mitos y Realidades.”
[12] “Latinoamérica: Desafío 2020. Inversiones para reducir la brecha digital”
[13] CEPAL: “Indicadores de capacidades tecnológicas en América Latina”. El sitio web con las fuentes de datos se encuentra en este LINK.